Horrorosos monstruos, fantasmas

De mi época como estudiante (suena terriblemente mal esto) sí recuerdo mis fantasmas nocturnos. En el colegio, el instituto, la universidad, pasaba noches en vela acojonado por exámenes, la Selectividad, las prácticas de Programación Metódica... Pesadillas de un día que se repetían con diferente forma pero con el mismo fondo. Me engañaba pensando que cuando acabara todo aquello - febrero, junio y septiembre, la presión de los exámenes -, los fantasmas se irían por donde habían venido y que después de aquello mi último recuerdo al despertarme sería la cavernosa voz de Manolete elucubrando sobre los próximos fichajes del Atleti. Me engañaba…
El miedo no desparece cuando finalizan los exámenes, los madrugones, el café y el repaso de última hora. Cuando esos fantasmas se marchan, salta al campo el equipo titular de nuestras pesadillas. Los fantasmas que asustan de verdad, que tienen la fea costumbre de no desaparecer al despertar y de hacernos compañía en el desayuno, en el trabajo, en el bar. Me van a echar del curro, sigo en casa de mis padres con casi 30 tacos, mi novia va a abandonarme, no tengo ni un puto duro ahorrado, ¿dónde se han ido algunos de mis amigos? ¿cuándo se irán los que se han quedado?... Fantasmas que vuelan en business que dejan a aquellos monstruos infantiles como meros aficionados, problemas de diván de psicólogo difíciles de erradicar.
Echo de menos aquellos horrorosos monstruos, fantasmas, más dulces que los que ahora por las noches nos asaltan.
—¿No has visto Atracción Fatal?
—No, no me dejaste.
—Pues yo la he visto y me cagó de miedo. Hizo cagarse de miedo a todos los hombres de América.
Sam Baldwin (Tom Hanks) · Algo para recordar
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