LOS CAMBIOS Y LAS REPARACIONES
Llega el técnico de reparaciones a casa, evalúa tu
instalación en quince segundos y emite su diagnóstico: “¿quién coño te hizo
esta chapuza?”. Duro, contundente y sin fisuras. Da igual el cómo, el por qué o
el dónde se hizo, porque para los análisis no hay tiempo ni ganas. Aterriza un
nuevo entrenador a mitad de temporada, huele el vestuario, ve el nudo en las
botas de los jugadores, y le basta para torcer el gesto porque físicamente
están mal, como si la pretemporada y los fichajes se hubiesen hecho en la
sobremesa de una cena de empresa. Si el recién llegado es un director
deportivo, tendrá que crear nuevas estructuras. Y si la novedad es una pareja,
te toca cambiar los baños, la cocina y la cuenta del banco, porque no sabe cómo
narices has podido vivir tanto tiempo así. Si la ex pasó siquiera cerca del
colchón, ya puedes añadirlo a la cuenta.
Vivimos
tiempos vertiginosos, donde lo que marcha se cambia, no se repara. No queda
sitio para la paciencia, ni los análisis, sólo para la inmediatez y el
cortoplacismo. Olvidamos el camino que nos ha llevado donde estamos. Cuando
alguien reclama una evolución en el Atleti, olvida que para Simeone la solidez
y la defensa han sido las bases del equipo. Olvida que con él el club ha
experimentado un crecimiento inaudito. Olvida, incluso, que de las diez ligas
que luce el Atleti en su palmarés, la mitad se ganó siendo el equipo menos
goleado. Otras tres más siendo el segundo o tercero. Y que si una cosa nos ha
enseñado la vida, es que cuando algo funciona en el trabajo, los estudios o los
bares, lo sensato es continuar con ello.
Le ocurre a menudo a los tipos que salen pocas
noches. Van a un bar, la camarera les regala una sonrisa que pronostica sus intenciones, el itinerario y hasta el outfit para llegar
a su cama, y los tipos vuelven a sus hogares con el ánimo crecido y la
sensación de que la paciente esposa que aguarda en casa se les queda corta. El Cholo comete errores y está lejos de ser infalible, pero es
posible que el mayor de todos haya sido mutar una afición que estaba alicaída
en una masa ambiciosa. Demasiados Atléticos esperan que el equipo se equipare y
compita con los más grandes, y quedan frustrados y pidiendo cambios cuando
llegan las derrotas. Porque nada da más ganas de cambio que los divorcios y las
derrotas. Pero los que hemos vivido los años complicados del Atleti, cuando las
temporadas eran tan grises que parecían una canción de Enrique Urquijo, mantendremos
la fe intacta en Simeone. Porque no olvidaremos esos años tristes en los que si
hubiesen entrado a robar a la sala de trofeos del Atleti, de las vitrinas
recientes sólo se habrían podido llevar el vacío que almacenaban. Cuando los
atléticos como mucho ambicionábamos que al acabar el partido, pillásemos el bar
abierto. Y que, con suerte, el técnico pudiese reparar la instalación sin
necesidad de cambiarla.
(texto publicado originalmente en La Vida en Rojiblanco el 31 de octubre de 2019 LOS CAMBIOS Y LAS REPARACIONES )
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