martes, noviembre 27, 2018

EL FÚTBOL Y LOS PLANES


Los que piensan que los resultados en los partidos de fútbol son fruto de lo planeado por los entrenadores en las charlas previas o los entrenamientos, han salido pocas noches de bares. El día de mi treinta cumpleaños pensaba cenar solo, tranquilo, disfrutando con las tretas de Paul Newman en ‘El golpe’, y acabé de madrugada escapando por la ventanilla del coche de un amigo, con el tiempo justo para cambiarme de ropa y llegar a tiempo al trabajo. Las cosas rara vez transcurren como las planeamos y cualquier tipo sensato asume que los sucesos importantes no se planifican, simplemente acaecen. El fútbol, el cine y las barras de los bares son la mejor prueba. ‘Apocalipsis Now’ sería una película diferente si su rodaje no hubiese sido un infierno al que Marlon Brandoechaba gasolina, o ‘Casablanca’ no desprendería aroma a whisky, humo y seducción si Bogart y Curtiz hubiesen sido abstemios. También la música tiene sus ejemplos de improvisación, como cuando Charlie Parker dio uno de los mejores conciertos de Jazz de la historia con un saxofón prestado porque había empeñado el suyo para comprar heroína o la ocasión en que Miles Davis grababa la banda sonora de ‘Ascensor para el cadalso’ y un fragmento de piel del labio se le desprendió y se quedó en la boquilla, dándole una sonoridad especial que gustó al músico y convirtió en histórica aquella banda sonora.
En el fútbol se acumulan las muestras. Las últimas Champions del Madrid se lograron casi todas con entrenadores que llegaron a su banquillo como interinos. Ni Miguel Muñoz, ni Del Bosque, ni Zidane estaban en los planes iniciales del club. Hasta a Solari se le está poniendo ya cara de ganar la decimocuarta. Pero pocos entrenadores son capaces de adaptarse a las circunstancias con tanto éxito como Simeone. Lo ha demostrado en multitud de encuentros, variando el resultado por sus cambios, y lo ha refrendado los últimos días en dos partidos importantes, con una plantilla corta plagada de lesionados y el equipo cotizando a la baja, cuando ya se vislumbraban días grises, de esos que deprimirían a un británico. El Cholo ha tirado de un canterano sin experiencia, ha puesto de centrales a dos centrocampistas, a un jugador lesionado de delantero centro o ha introducido cambios como el de Vitolo que resultaron providenciales para el resultado. Aunque nos guste creer que los resultados se alcanzan gracias a una hoja de ruta planificada, las más de las veces obedecen a una mezcla de improvisación, talento, azar y las copas que lleves encima. Y en ese escenario Simeone se mueve como pez en el agua.
La vida es eso que transcurre mientras tomas decisiones equivocadas, y por eso los entrenadores que triunfan son los que se adaptan al presente y aciertan con ellas. El ciclo del argentino como entrenador del Atlético se inició en una temporada que comenzó con él a 10.000 km del Calderón. El entrenador, por descarte, era Gregorio Manzano, tras haber rechazado el puesto Luis Enrique, Benítez y hasta puede que Indi, y se mascaba la sensación de que era más probable coger una infección en ese banquillo que en un prostíbulo. Tras el cese de Manzano, Simeone aterrizó en Madrid adaptándose rápidamente a una plantilla que no había confeccionado y, con el tiempo, a la falta de tesorería para hacer fichajes, al traspaso de puntales como Falcao, Arda o Courtois, al fracaso de varias estrellas, a seis meses sin realizar fichajes, a un cambio de estadio y hasta a una operación de estética del escudo. Toda una travesía de la que el argentino ha salido indemne, que habría reducido a escombros muchos otros proyectos, y en la que el Cholo se siente cómodo, gestionando las dificultades bajo presión. Tal y como en su día hizo en la eliminatoria de Múnich o el decisivo partido de Liga en Barcelona, en que perdió en los primeros minutos a dos jugadores vitales. Simeone nos ha hecho tan felices a los colchoneros cuando estábamos inmersos en problemas que a veces, cuando no los tenemos, dan ganas de pedirlos prestados.
El Atlético es un club que ha sufrido demasiadas tribulaciones en los últimos veinte años. La intervención judicial, el descenso y una pésima gestión, llevó a que en los trofeos más recientes fuese necesario efectuar la prueba del Carbono 14 para recordar su origen. Se amontonaban por el Calderón el contorno de entrenadores pintados con tiza blanca en el suelo. A pesar de ello su afición ha repuesto cada temporada la fe en el equipo, incluso en tiempos tan oscuros que el mediocentro del equipo era un tal Pato Sosa. No cabe otra posibilidad con Simeone que mantenerle la confianza, a sabiendas de que cuanto más compleja sea la situación del equipo, más se puede esperar de él. Porque sabemos que igual que en aquella escena de ‘El golpe’, cuando Lonegan haciendo trampas nos tenga contra las cuerdas con un póker de nueves que parece decidir la partida, los atléticos tendremos la confianza de que Simeone siempre será capaz de sacar media sonrisa socarrona y cuatro jotas a juego.
Pike Bishop
(texto publicado originalmente en La Vida en Rojiblanco el 20 de noviembre de 2018 El fútbol y los planes)