Pike Bishop (II)
Pasaron los años y aprendí que perder una comida tiene la ventaja de abrir boca para la siguiente. Al principio, quise alejarme de mi vida anterior y comencé a trabajar en la oficina de unos grandes almacenes. No resistí mucho tiempo. En cuanto comprendí que lo más excitante que podía ocurrirme en un sitio así era infectarme la boca chupando los lápices. El jefe me lo dejó claro “muchacho, desde que llegaste tengo la sensación que las facturas acabarán contrayendo alguna enfermedad venérea. Tu sitio no puede ser éste”.
Comencé a trabajar con un viejo amigo ayudando a un corredor de apuestas con la recaudación. El primer encargo fue cobrarle al dueño de un bar. ¡Dios santo! Era uno de esos garitos en los que si la comida sabía a algo era porque no habían fregado nunca el tenedor. Recuerdo que le sacamos al tipo los quinientos dólares que debía y una confesión en blanco del asesinato que eligiéramos en las siguientes dos semanas. Supe que había encontrado mi vocación.
También mi vida personal ha dado un vuelco: los desengaños me han hecho distanciarme de las mujeres. A cambio, ahorro mucho en mentiras. Comprendí que en los últimos años solo había dicho la verdad cuando andaba corto de mentiras. Hubo momentos que todo era tan falso que para decir una verdad tenía que inventarla. Fue la época en que comencé a beber y a acudir al Korova. Ahora bebo mucho y sólo. Hablo poco. De hecho no hablo casi nada porque me quita tiempo para beber. Bebo tanto que las resacas que tengo ya no se corresponden con las borracheras. Tengo la sensación de que algunas noches, cuando vuelvo a casa, por descuido me llevo a casa la resaca de algún otro cliente.
Pero he aprendido a vivir y a aceptar mi vida desde la barra de un bar. A tener largas conversaciones en las que la única verdad que se dice son los silencios. Y he aprendido a conocer a la gente que frecuenta los bares, a catalogarles al primer vistazo. Aprendes a diferenciar al tipo que toma una copa al salir del trabajo, antes de llegar a casa, del bebedor profesional que sólo está en casa cuando el camarero le sirve su ginebra sin preguntar la marca. Igual que se diferencian las coristas de esas otras mujeres que se dejan ver de vez en cuando, esas que aunque en un incendio no saldrían de casa sin dejar la camas hecha, vienen al Korova buscando al tipo con el que su marido pueda sorprenderlas en la cama.
Siempre tuve predilección por ese tipo de mujeres que conocí en el Korova. Esas que, aunque durmieran en cama ajena, llegaban a casa a tiempo de desayunar con sus hijos mientras les resbalaba por los muslos los restos de la pasión de la noche anterior.
Sí, mi vida ha cambiado mucho. Es cierto que no tengo una familia, pero sería injusto quejarme por ello, cuando he pasado casi todo mi vida mereciendo perderla. Ahora he aprendido a aceptar el precio que he de pagar por la vida que elegí.
— Necesito que me cuiden. Alguien que se ocupe de mí. Que masajee mis músculos, que alise mis sábanas.
— Cásate.
— Lo necesito sólo por esta noche.
Ned Racine (William Hurt) y Matty Walker (Kathleen Turner) · Fuego en el cuerpo
12 Comentarios:
Ah, el trago y las damas... a mi siempre me gusta beber en la cama mientras practico... y el acudir desnudo a servir dos buenos chutes da mucho empaque, y el esperar tumbado a que ella venga con dos copas generosas bien servidas te hace sentir grande tambien...
Pero ustedes rompieron el molde!
Un nuevo perdedor en el Korova, un nuevo post.
Me alaegra tu regreso y el olor a whisky que desprende tu blog.
Muy buenos los escritos... indudable ver referencias a Mailer y Chinaski. Y me surge una duda:
¿De dónde ha salido lo del bar Korova?
Un salivazo a la escupidera desde el Otro Lado
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pike Bishop, inclasificable, género en sí mismo. Llevábamos tiempo esperando su post. Imagino que lo ha escrito párrafo a párrafo en servilletas de papel sobre la barra del Korova, mientras el septuagenario pianista arrancaba del piano con tenazas unas notas de Cole Porter.
Corríjame si quiere, pero le he notado Áspero y Sentimental.
Espectacular, como siempre.
La vida da muchos golpes secos en la boca del estómago y luego, canalla, no te remata y te deja seguir dudando y bebiendo. Un saludo.
"Fue la época en que comencé a beber y a acudir al Korova. Ahora bebo mucho y sólo. Hablo poco. De hecho no hablo casi nada porque me quita tiempo para beber."
Brillante, una vez más...
Jake, Pike, creo que si las resacas no os durasen tantos días y escribieseis más a menudo, convertiriais "Los tipos duros" en un Blog de culto.
Hay balas perdidas que matan y a mí en esta ocasión tu bala me mató de embriaguez...
Hace tiempo leí "Los hombres duros no bailan" y me gustó, pero los duros que no escriben blogs me encantan!!!
Un beso borrascoso y te enlazo para que tu bala me siga rebotando
Reconozco que me has vuelto a ganar. Apuesto por Pike, pero lo hago por orgulloso vicio, porque la lectura del blog zarandea mi intuición hasta decir basta. A pesar de todo, lo que veo me gusta y me alegra saber de ese pequeño ratero a quien conocí contra Joe, sí Joe Wallnut, recuerdas?, aquel que disparaba con balas de fogueo en pistola de plástico y a quien tú confundiste un día con Mickey O'Neil gracias a su procelosa y gutural voz de trapo.
Bien, compañero, algún día pasaré por el Korova y me tomaré un whiskey, que es lo mío, a pesar que, como sabes, hace tiempo que me alejé de Parodi para hacer migas con Butxana.
Un saludo a ti y a los tuyos, quien coño quiera que seas.
oiga
¿sería usted tan amable de decirme como hago para publicar en los tipos duros, en realidad no soy un tipo duro, pero me gustaría aprender.
atentamente
asia
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