En notas bajas
Esta semana se ha cumplido el aniversario de la única actuación de Chet Baker en el Korova. Recuerdo bien aquella noche porque Dave, preocupado por la reputación de su club, vino a verme aterrorizado: Dios santo Pike. Chet está colocado hasta arriba. Creo que lleva tanta heroína dentro que si diera un par de pasos cualquier juez podría condenarle por tráfico de drogas. Lo cierto es que Chet salió aquella noche a tocar y lo hizo como siempre: desgranando cada nota de su trompeta en hondos y suaves lamentos capaces de cortarte la digestión.
Fue su única actuación en el Korova porque llevaba ya unos meses retirado y solo tocaba esporádicamente. Chet había pasado toda su carrera enganchado a la heroína y unos años antes había perdido el control. En una gira por Alemania le detuvieron y pasó casi año y medio encerrado. Tras soltarlo anduvo vagando por media Europa metiéndose en camas ajenas y problemas, hasta que cansado y desquiciado, decidió retirarse. Hay actuaciones en que creo que el único sonido decente que puedo sacar de la trompeta es el que hace al cerrar el estuche donde la guardo, me confesaría más tarde. Aún así Chet se reaparecía de vez en cuando tocando en pequeños clubs, donde después de cada actuación podía diluirse entre las mujeres y las drogas.
Antes, en los buenos tiempos, Chet había tocado con los más grandes: Charlie Parker, Gillespie, Mulligan. A pesar del éxito que cosechó solo, él siempre echó de menos la época en que iba de gira con una banda sin ser el centro de toda la atención. Una vez le pregunté que había aprendido del tiempo que había pasado con aquellos genios, y él me respondió divertido: Esos tipos tenían magia dentro ¿Aprender jazz de ellos? Eso hubiera sido como oler un perfume de Channel y luego pretender cagar margaritas.
Chet no pensaba en su futuro. Siempre se preocupó de que su salud anduviera en números rojos y de ganar algo menos de dinero del que gastaba. No buscaba ser un músico famoso, le bastaba con compartir sus vicios. A pesar de ello, Chet tuvo una muerte digna de una estrella: cayó por la ventana del cuarto piso de un hotel de Amsterdam. El informe de la autopsia no tuvo desperdicio. “…se han localizado en el cuerpo abundantes restos de heroína, cocaína así como otras muchas y diversas sustancias cuyo total conocimiento convalidaría varios cursos de la carrera de farmacia. De igual forma, se detectan severos daños en la mayor parte de los órganos vitales, indicadores de una larga y prolongada dependencia de los estupefacientes. Para certificar que la causa de la muerte fue el impacto en el suelo, este equipo médico precisaría antes que otro médico certificara que quedaba vida en ese cuerpo antes de salir por la ventana."
La prensa habló mucho de su muerte y su vida. Trazaron perfiles psicológicos y sórdidas biografías. Personalmente, yo me quedo con la descripción que Dave Manilow hizo de él una vez: Chet es uno de esos pocos tipos de mundo capaces de entrar en un sórdido club de mala reputación para, entre todas las fulanas de del local, saber cuál podía contagiarle algo. Y después elegirla a ella.
— La única condición que puse cuando construí esta casa es que todo fuese nuevo. Este piano nunca había sido tocado por nadie.
— Si supiese algo de música se daría cuenta de que un piano suena mejor cuando se ha tocado.
Christopher Leiningen (Charlton Heston) & Joanna Leiningen (Eleanor Parker) · Cuando ruge la marabunta.
6 Comentarios:
Me hubiera gustado vivir como Chet, pero no soy tan dura...
Un beso multicolor
aplausos.
Excelente. Para saborear cada sílaba.
Enhorabuena.
Hola... pasaba por aquí.
Genialmente relatada la vida de este tipo tan "duro". He disfrutado un montón leyéndote.
Saludos.
Acabo de aterrizar en tu blog -suavemente alterado por la trompeta de Chet- y creo que pasearé por aquí largo rato. Un saludo.
Supongo que eso nos ha pasado siempre a alguno de nosotros...
... saber de antemano qué es lo que debemos evitar y, curiosamente, tirarnos de cabeza a por ello.
Un fuerte abrazo desde el Otro Lado.
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