sábado, marzo 02, 2019

CRISIS DE PAREJA

 

   Tantas veces me han quitado la música y encendido las luces del bar con una copa recién servida que no soy nadie para indicar cuándo es el momento de marcharse. Si el tiempo pone distancia es fácil acertar, pero en el curso de las relaciones es muy complicado distinguir cuándo ha llegado el momento de renovar, de retirarse o de buscar un buen abogado y pedir el divorcio. Las relaciones son complicadas y cuanto más intensas han sido, más enrevesadas son.
   El próximo treinta de junio tres jugadores capitales en la era Simeone, Godín, Juanfran y Filipe Luis, finalizarán su contrato con el Atlético de Madrid. El club se marcó la norma de renovar año a año a los futbolistas que superaban la treintena, un criterio homogéneo y práctico que no siempre es justo. Y sino que se lo pregunten a quien limpia las placas de Hugo Sánchez y Courtois. Criterio que, además, choca con los intereses de estos jugadores, a la búsqueda del mejor contrato posible. Eso deja al Atleti en el dilema de continuidad al que se enfrentan muchas parejas, cuando atraviesan una crisis, y que suele cerrarse en falso, decidiendo tener un hijo, o con un contrato de tres años. Lo malo es que, tras el júbilo inicial, lo que suele llegar es el arrepentimiento, los reproches, una dolorosa ruptura que borra el cariño para dejar sitio a los egoísmos, y la disputa por la custodia del niño. Son tres asuntos espinosos, de difícil solución, y por eso envidio a los que tienen claro lo conveniente en situaciones así. Envidio a tipos como Pepe, un compañero de trabajo que no duda al afirmar que a jugadores tan relevantes hay que ser leales, ofreciéndoles una generosa renovación. Él, que fue infiel a su esposa con otra compañera, a la que dejó embarazada, se separó, y que poco después en un escarceo dejó también embarazada a su ex mujer. La opinión de gente con ese bagaje en las relaciones yo siempre la respeto.

   Por el momento y salvo giro de los acontecimientos, sólo Juanfran parece receptivo a esta renovación y dispuesto a prolongar un año más su vínculo. Mucho más complicados parecen los casos de Filipe Luis, que tiene claro que su futuro pasa por un último gran contrato de más de un año; y el de Godín, el capitán del equipo, que cuenta con una oferta del Inter de Milán por varias temporadas. Todavía quedan aficionados optimistas con el caso del uruguayo, pero seguramente porque esa gente no estuvo con veintitantos años de Erasmus en Milán y con su pareja a muchos kilómetros, y nunca vieron la facilidad con la que un par de sonrisas italianas zarandean la solidez de cualquier relación.
   Pocas cosas afectan más a las parejas que los celos y el dinero. La costosa renovación de Griezmann no tardó en levantar suspicacias en el vestuario, como no pasó inadvertido el contrato de Kalinic por tres temporadas, a pesar de contar con treinta años cumplidos. Tampoco parece justo juzgar igual la situación de los tres jugadores. Juanfran ha demostrado estos años una disposición y lealtad a prueba de rutinas. Filipe Luis tuvo una aventura inglesa, que se le perdonó, pero en el fondo nadie ha olvidado que un día volvió a casa arrepentido, con la melena despeinada y apestando a perfume inglés. Y Godín, por todo lo que significa en el Atleti, no parece un jugador al que deba dársele un trato estándar. Y, más allá de todo eso, tampoco creo que debamos olvidarnos de que los jugadores, por algún extraño motivo, suelen elegir el equipo donde quieren jugar por el mismo criterio que el resto de mortales con nuestros trabajos: el dinero y el bienestar. Conviene tenerlo en cuenta.
   En definitiva, tres problemas de difícil solución para el Atleti, donde cualquier decisión queda abierta a críticas. Personalmente, si de mí dependiera, lo tendría muy claro y haría lo mismo que siempre he hecho. Ante la duda, pediría otra copa más y disfrutaría lo posible de estos tres jugadores, hasta que quiten la música y enciendan las luces.
(texto publicado originalmente en La Vida en Rojiblanco el 28 de febrero de 2019 Crisis de pareja)