jueves, agosto 07, 2008

Al lugar donde has sido feliz...

… no debieras tratar de volver. La cantinela se la oí en el Korova a un tipo cuya cartera solo contenía los escombros del sueldo de poeta y la mitad de una limosna. Aquel fulano tenía razón, pero debió matizar que el lugar que mencionaba es tan inabarcable como la historia de los muslos de Lorraine.

La ruta 66 a su paso por el estado de Illinois ofrece tantas emociones como un cambio de peinado. Tras 8 horas de viaje desde St. Louis, Earl Claxton estaba a punto de regresar al Big Bang de su fuga, a la ciudad donde le caducaron las sonrisas y le tomaron la última foto en la que no parecía que le estuvieran pisando una hemorroide.
El autobús hizo una última parada en Woodridge, apenas a unas 20 millas de Chicago. Un par de negros con olor y acento de Nueva Orleans subieron al vehículo. Mientras el conductor pifiaba su intento de disimular una mueca de asco al rozar el dedo de uno de los nuevos pasajeros, Claxton tuvo tiempo de reinventar a Selma.

Se conocieron una noche en la que Vera Sampson actuaba en el club. Earl era un ex-marido novato cuyo primer matrimonio había alcanzado el clímax erótico cuando ayudó a su esposa a rellenar el pavo por Acción de Gracias. Selma era una abogada que provocaba por igual flagelaciones de culpa y planteamientos vitales entre sacerdotes y homosexuales. Hablaron durante horas y dejaron de escucharse después de los holas. Los testigos juraron que fue Claxton el primero en apretar el gatillo aunque cualquier jurado le hubiera absuelto al considerar que aquel beso había sido en legítima defensa.
Pero todos sabíamos que Selma no solía compartir sus gramos de empatía durante demasiado tiempo y aquella relación tenía el predecible final de un diccionario.
Muchacho, todos pensamos que la hemorragia de dolor no duraría para Earl más que un corte al afeitarse, pero cada vez que volvía al Korova el trozo de papel que taponaba la herida acababa empapado en recuerdos… Así que decidió desertar. Y en su huida descubrió que el lugar donde fue feliz no estaba acotado por 4 paredes, ni marcado en los límites estatales. Porque aquel lugar era la melodía que silbaba un niño despistado, era el escote de un vestido colgado de un tendedero, la página de un atlas que dibujaba una espalda con 84 lunares, el sabor a sudor salado de la bahía, la caricia de una mano de viento…
Así que intentó podar todos los recuerdos de su memoria pero fue como hacerlo con unas tijeras de papel y lo único que logró es que el mundo le olvidara a él.

Dos años de exilio en un campamento de verano para fracasados con el fin de repasar entusiasmo sólo le sirvieron para lograr un doctorado en resignación. Pese a todo, Earl pensó que era el momento de resucitar. A punto de bajar del autobús, Claxton ensayó frente a la ventanilla su reentrada en el Korova y comprendió que sería difícil saludar al pasado mientras se mordía los labios.


_ Feliz es el destino de las vírgenes vestales,
pues olvidan al mundo y el mundo las olvida a ellas.
Brillo eterno de la mente inmaculada,
cada oración aceptada y cada deseo renunciado.
Mary (Kirsten Dunst) recitando a Alexander Pope • ¡Olvídate de mí!